viernes, 5 de diciembre de 2008

se acabo... II parte La mesa de los deprimidos

Estaba a punto de irme a limpiar y limpiar, mi muy descuidada, casa cuando leí el blog de Eunicienta y sentí la obligación moral de seguir escribiendo. Ayer vaios de mis compañeros entraron en crisis por distintas razones, la mía fue anteayer, después de obtener un 80 en la clase de Cornejo, donde más empeño puse.

El asunto es que nos fuimos a comer la mandarina, eunicienta y alter ego porque hacia un hambre atroz, mientras tratamos de lidiar con nuestros sentimientos de inferioridad (debo aclarar que yo sólo me sentía frustrado por haberme sentado del lado equivocado, durante la exposición de los cortos, cunado vi salir a Ricky del CENSA, aunque Karlita jura y per jura que acababa de entrar). Pero me sentía tan bien que traté de contagiarlas un poco de mi satisfacción.

Pero ahora si, como dijera mi Ángelita Godoy ¡la madre del muerto! Terminé invadido por un sentimiento desastroso que me recordó lo estupido que soy a veces. “No te das cuenta” dijo la mandarina “Ricardo te rechaza” mientras yo lo negaba con un rápido y un tanto fingido “Claro que no” después continuó “Claro que si, te coquetea a veces porque tiene problemas de autoestima, yo creí que lo sabias porque siempre actúas cómo un guru del sexo y la psicología” sentenció.

¡Chinga a toda tu reputa madre! Quiso gritarle mi ser interior, me sentí profundamente ofendido. Cómo se atrevía a restregarme en la cara algo que en efecto yo ya sabia, pero hacia miles de maromas para tratar de encubrir. Peor aún se animó a insinuar que no era más que un pobre imbécil del que todos se reían.

Después de un rato, sólo atinó a decir “no te lo tomes personal, piensa que estoy tan deprimida que necesito escupir un poco del veneno que traigo”. Pero ya era demasiado tarde, me odiaba a mi mismo, por pretender ser una vampiresa. Por dejar que mi lado más vanidoso se justificara creyendo que mi belleza era tan innegable que servia para que un hombre se reafirmara así mismo. Aun más porque mi parte más romántica, atolondrada y frágil se atrevía a fantasear con que era el primer paso para que él pudiera, contra todo pronóstico, aceptar que siente un poco de atracción por mí.

Qué bodrio, qué basca, qué asco, somos una bola de seres repulsivos vomitivos y asquerosos. Soñadores incansables, lunáticos empedernidos, planetarios, perdedores. Pero en fin todo se justifica cómo un síndrome de la post modernidad.

3 comentarios:

Unknown dijo...

pobres pendejos que vivimos con chaquetas mentales a manera de lianas, con antifases prestados y desgarrados que intentan ocultar nuestra asquerosa realidad.

post modernismo mis huevos pachichis e inexistentes.

Unknown dijo...

y de pilon no se escribir el plural de antifaz... me doy asco ja ja ja ja

saRa Mandarina dijo...

Antifaces, tronca.
En fin... no sé qué decir!!!!
Me siento vascosa al haberte hecho sentir mal... Te quiero vampiresa o no.