viernes, 19 de diciembre de 2008

En la casa que no es mia pero me recuerda la de mi abuela

¡Qué abandonado tenia mi blog! Desde hace un par de días llegué de vacaciones a Puerto Vallarta con una infección tremenda en la garganta cómo recuerdo del invierno tapatío. Hay un montón de cosas que contar. Entre lo más relevante esta que me uno formalmente a las quejas de muchos de mis compañeros itesianos acerca de la terrible oferta de horarios de este semestre. Por primera vez en 4 largos periodos volveré a ir a la escuela los 5 días de la semana. Por si fuera poco entraré a las 7:00 am todos y cada uno de ellos. La cereza del pastel son un par de huecos asquerosos de 120 minutos que tengo dos veces por semana. Ojala pueda arreglarlos en la segunda vuelta.

En otros asuntos apenas y he salido de mi casa. Me siento de la patada. Me he dedicado a leer una biografía de Buda y a terminar una bufanda (que no es la azul). Sin embargo, el regreso a casa de mis papás no ha sido lo que imaginé: mi papá está completamente psicótico con la idea de la crisis económica tanto que no hay televisión por cable y sobre el teléfono hay un post it con la leyenda: “Usar el teléfono lo mínimo. Estamos en tiempos malos”. Eso significa: adiós bagpack Prada como regalo de Navidad. Además las incesantes lluvias de la temporada han dejado la casa llena de salitre y filtraciones extrañas. Que por supuesto nadie se ha dignado a arreglar, es más ni siquiera han remplazado el calentador de agua, que no funciona desde las vacaciones de verano.

Aun así mi sentir no tiene mucho que ver con estas cuestiones, sino con el hecho de que cada vez me siento más ajeno a este lugar. En cada visita mi recamara es menos mía, esta más llena de objetos de mi madre o de cualquier otro. Por si fuera poco las únicas posesiones que tengo son las que traje en mi maleta: no tengo discos, películas o cualquier otra cosa que pueda aliviar mis ratos de ocio. En una frase este lugar no es mío y parece que se empeñan en desaparecer lo que lo hacia.

Lo único que me gusta de la casa es una nueva pintura que colocaron justo en el pasillo afuera de mi habitación. Se trata un óleo de “arte rural” que es el nombre con el que generalmente se denomina a trabajos artísticos que plasman lugares o costumbres tradicionales de la gente o los pueblos pequeños. Este en particular es una representación de la calle dónde está la casa de mi abuela y me evoca demasiados buenos recuerdos. Sobretodo porque la pintura retrata una calle con elementos distintos a los que yo conocí durante mi infancia y que ya no existen pero mantiene otros que son justo como en mi memoria.

1 comentario:

Unknown dijo...

Querido mio ¿por qué estás tan lejos? nunca crei que extrañaria tanto tu "chale contigo morra" y tus ataques de mochez que cortaban mis explendidas chaquetas mentales.
¿cómo quedó tu horario siempre?¿estaremos juntos?
que tengas felices(supuestas) fiestas.