Soy ignorante, palurdo, inculto, iletrado, indocto, rustico, ordinario, promedio, poco instruido, carente de conocimiento, de poca, poquísima, sapiencia.
No conozco la historia original de Pinocho y me enoja.
¡Oh Pinocho! Por qué en mi infancia no leí tu “innoble libro”, de moralina implacable. Lleno de castigos infames contra los perezosos, ociosos y ventajosos.
Imagino que era mi deber pasar menos horas frente al televisor y más con la nariz entre los libros.
¡Oh pinocho! tu fálica nariz castiga mis “bellaquerías detrás de la puerta”. Muchacho vil que debí haber sido, para buscar el placer antes que el conocimiento.
¡Oh pinocho! ¡Cáiganme encima tratados de aritmética! Que aplasten mi cráneo y el incipiente cerebro que guarda en su interior.
¡Oh pinocho! Que el hada de los “cabellos turquíes” se apiade de mí y me muestre el camino de la sabiduría, lejos, muy lejos de su provocador montículo cubierto de musgo verde.
¡Oh Deniz! ¡Te maldigo! Tus ideas mordaces convierten mi deseo de verdad en los hilos de mi titiritero.
Mis amados lectores: He aquí el material que presenté el viernes en mi Taller de Ensayo Literario. Afortunadamente les gustó. Para el que ahora es público afiné los detalles de edición que el buen Israel tuvo a bien señalar. Aunque en estricto sentido, se trata más de un poema escrito en prosa que de un ensayo literario, es el pretexto para inaugurar la etiqueta “ensayo” y es que el ensayo se trata de atreverse, pero también de equivocarse hasta lograrlo.
“Memoria, Medicina, Que nunca se te olvide,
que tu eres el remedio de la historia,
Alka Seltzer del pasado, aspirina del ayer
cuando el tiempo no se cuente ya por años
y tú llenes de penumbra la insolente claridad”. Liliana Felipe
Las musas de la memoria no son seres de luz e inspiración en togas helénicas, sino fabricantes de recuerdos. Son cineastas perfectas y editoras sublimes capaces de convertir las más ácidas y punzantes evocaciones en fotografías perfectas.
Uno a uno remueven los fotogramas sobrantes y en cada corte acentúan y exacerban los detalles sensitivos: el ruido se convierte en melodía, los colores se vuelven más brillantes y aun lo que carece de fragancia natural adquiere aroma a jazmines y rosas blancas.
Pero siguiendo el consejo de Cavafis “jamás pondré en un marco esa fotografía, sufriría de verla tan dañada"; y es que los artificios de la memoria no son suficientes para engañar a la claridad, cuya insolencia mostrará siempre todo lo que negamos cuando cerramos los ojos.
Hoy 4 de octubre del 2009 Latinoamérica le dijo adiós a una de sus voces más excepcionales y sobre todo a una de sus artistas más completas, reales y coherentes. Cómo bien se preguntó en alguna ocasión el buen Israel Carranza: “¿Porqué mejor no se muere Fher el de Mana?”
Sin más, pero con profundo pesar, Descanse en Paz “La Negra”, “La Mazza Cantora”, una grande, una Diosa, Mercedes Sosa.