viernes, 16 de enero de 2009

"Confessiones de de un dramático agradece su preferencia, por favor, no olvide comentar"

“Hace falta ser exhibicionista para ser blogger, que al cabo hay muchos vouyeristas para leerlos”. Esta frase me la dio mi amigo “Jolly” justo cuando terminó de leer algunas de mis entradas. Creo que hasta hace poco no había resonado tanto en mi cabeza (después de mi ultimo post y el strip-tease emocional que contiene) por cierto, recibí algunos comentarios, sin demeritar, no de quien esperaba (bah).

Por eso, hoy subsano mi exhibicionismo sadomasoquista e imbecil escribiendo de algo casi impersonal que les recuerde, mis amados lectores, que soy un divo neurótico (eso si, el divo favorito de la mandarina =) y empieza aquí: Probablemente existe alguna creencia mercadológica que afirma que las personas, clientes, o individuos que visitan una organización, institución o empresa deben sentirse plenamente atendidos por los empleados, colaboradores o asociados que laboran, trabajan o prestan sus servicios en ella. O bien, parte importante, que digo importante fundamental, que digo fundamental, básica, imprescindible, primordial, esencial, cardinal… dentro de ella, con algo tan sencillo como la cortesía o el “interés” por sus necesidades. Pues bien, en esta pequeña reflexión yo les digo a todos los gerentes de los departamentos de servicio al cliente ¡Eso es una babada!
Acaso ustedes han estado en el Home Depot tratando de encontrar una alfombra, un espejo, o cualquier otra cosa que merezca su atención definida (por aquello del espacio, el color, el tamaño el estilo…) mientras uno tras otro de sus colaboradores pasa por tu lado y te dice “Buenos Días” o peor aun “Buenos Días ¿Puedo servirle en algo? aprovechando que no le puedes gritar ¡No, estoy escogiendo mi alfombra, pero no puedo decidir entre la neutra o la de color, la rayada o la de cuadritos! Limitandote a contestar: “Buenos Días, no gracias”. Como este hay miles de ejemplos el Office Depot, Banamex, La línea de servicio Malboro, o la IUSACELL y cientos y cientos más que cada vez que visito me frustran con su falsedad en la que me agradecen mi preferencia después de recordarme su último slogan.

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