martes, 28 de abril de 2009

Equis equis xx

A últimas fechas la influenza es el tema obligado en las conversaciones: que si las profecías mayas, la hipocondría, las conspiraciones mediático gubernamentales etc. Cómo todo eso ya está muy sobado pues ya me salvé de escribir al respecto. Pero tampoco tengo nada de que escribir... quizá la mandarina tiene razón y yo no escribo literatura simplemente le doy un toque de drama a mi vida cotidiana. Ayer tuve una conversación de la que no entendí mucho: el tema fue el sexo y al respecto se me acusó de construir alrededor de un concepto de simples cuatro letras una apoteosis. No sé si es verdad, no sé si es mentira, pero como para muestra basta un botón pues juzgue usted mi estimado lector:

*La siguiente historia es ficcional el contenido puede considerarse ofensivo el autor recomienda discreción

La luz de la alcoba era tenue... todo dentro era casi imperceptible los débiles rayos de luna apenas atravesaban las pesadas cortinas. Sin embargo, él estaba ahí, ansioso, tan ansioso cómo hacia tiempo no lo estaba. No le atemorizaba su cuerpo desnudo frente al de un desconocido, tampoco su falta de práctica o la poca experiencia. Lo que realmente deseaba era satisfacer sus deseos y los de su amante.

Sus manos temblaban levemente y había un poco de sudor frío en ellas -pensó que esconderlas dentro de de sus pantalones sería suficiente- pero se equivocó. Cuando se vio descubierto tomó un respiro y sonrió: eso fue suficiente para disipar sus dudas y rodear su cuerpo con sus brazos: absorbió su aroma y su masculinidad mientras se construía la complicidad de sus cuerpos.

Recorrió su cuerpo mientras sus manos lo descubrían suavemente. Exploró cada palmo y prestó atención a cada detalle… grabó en su memoria cada sonido signo de placer mientras sus cuerpos se preparaban para entregarse por entero a la pasión.

Poco a poco dejaba atrás el nerviosismo inicial, el revoloteo en su estomago ya no era el mismo, ahora era mucho más gentil: un burbujeo animoso alimentado por su respiración agitada y constante que estremecían cada parte de su cuerpo. Fue entonces que su amante lo tomó por la espalda y lo llenó de besos suaves por el cuello mientras sus dedos jugaban sobre su pecho deteniéndose a momentos en sus pezones.

El resto ya se pone muy gráfico… y como que no termina de ir ¿habrá cosa semejante a un ensalzamiento fastuoso y teatral?
* Para tí, para tu recuerdo, para el hombre que imaginé y que quizá no eres pero que sigue presente en mi memoria.


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