jueves, 2 de abril de 2009

Crónica de una alucinación existencialista

"Hay días que amanezco en cruz.
Días que… yo hago de todo por volverte a ver"
Miguel Bossé
Hoy es un día de esos... de esos en que todo me pone triste, porque todo me recuerda tu nombre y no me deja en paz. Invariablemente repasaré nuestra historia, con más o menos detalles. Me daré una vuelta por aquellos lugares comunes, tratando de recostruir tus virtudes, (que no estoy seguro si existen) y después de darme cuenta que por más que intento termino desencantándome de ti, me inventaré una o dos historias en las que te digo una que otra fresca que definitivamente te mereces:

Será un encuentro casual, una fiesta, reunión o algo así, ninguno de nosotros imagina siquiera que nos encontraremos, mucho menos que no podremos escapar. Yo me veré extraordinario, intentaré no hacer evidente el temblor de mis piernas y manos ante tu presencia (aunque lo más seguro es que no lo logre) y tu me veras con una sonrisa burlona y sarcástica que me hará sentir ganas de romper en llanto o de romperte el hocico (si, si, creo que eso estaría mejor) pero te verás tan guapo que no me atreveré a tocarte, porque en realidad lo que quiero es comerte a besos. No me quedará más remedio que actuar como una diva insulsa e insoportable (la verdad no me costará trabajo): te miraré insistentemente durante el tiempo en que estemos cerca, no diré una palabra (al menos no hasta que esté lo suficientemente ebrio) pero sentirás cada uno de mis reproches sobre tu espalda y quien sabe, quizá cada uno de mis deseos sobre el resto de ti. Sea cual sea el caso, la tensión no nos dejará respirar y ambos querremos salir corriendo despavoridamente, pero será imposible, así que beberemos como idiotas tratando de aliviar el peso que nos ahoga sin saber que el alcohol sólo nos traerá problemas conforme inunde nuestro sistema.

Probablemente seremos acosados por la amiga o amigo en común que cumple años u organizó la reunión, pues cuando haya querido presentarnos yo diré algo así como: -“No hace falta, somos viejos amigos, o algo así”- y tu sonrisa burlona aparecerá de nuevo. Yo solo agregaré
– largo tiempo…- aumentando la curiosidad de los presentes por saber cómo, cuándo, dónde y por qué nos conocemos -“Es una historia demasiado boba, y vieja cómo para recordarla” -diré con un tono seco, tratando de esconder la añoranza, y con toda intención de hacerte sentir culpable. -“Fue hace muchos años, éramos unos niños”- agregaré en tono sutil restandolé importancia, pero tratando de excusarme por mis errores. Peor aun, quizá termine la oración con un -“¿No es así?”- para hacerte sentir más culpable y adéntrame peligrosamente al terreno de los reclamos.

Cuando estemos solos, y desinhibidos por razones etílicas, te acercaras a mi y dirás: -“Lo siento”- y ahora yo tendré la sonrisa burlona en la cara sólo para contestar: “-Jamás entendiste, yo no necesito una <<tremenda disculpa>> nunca te la he pedido, todo lo que yo alguna vez quise fue la honestidad que me prometiste, pero eso no significa nada para ti, tanto, que no puedes ser honesto contigo: no tienes una idea de lo que quieres, mucho menos de quien eres”.
Ahora que recuerdo esto, no sé entonces para que tanto drama…


1 comentario:

DavidOchoaD dijo...

Duuuuh..!

ésos amores... hay amores que duelen! hay amores que matan!
pero hay amores que no se olvidan ni a mentadas de madre!

yo te comprendo a la PER-FE-CCIÓN!

jajaja!

Miguel Bose y Alejando Sanz! los reyes más reinas de toda la peninsula Ibérica y colonias circunvecinas!

Saludos desde el diván

Monsieur Freud!