miércoles, 11 de febrero de 2009

El Tanguero

Este es el primer ejercicio de mi clase de Escritura Creativa cuyo objetivo es la creación de un personaje. La verdad no estoy 100% satisfecho con el resultado pero en fin ahi'ta:

Julio es un joven argentino de apenas 22 años, de grandes y profundos ojos negros. Con su aspecto desharrapado y desenfadado, su largo y sucio cabello trata de reflejar una ideología tan empolvada como las que lee en los libros de Marx y Engels. Su abuela, quien ahora se encuentra senil y al borde de la muerte, fue en su juventud cantante en uno de los centros nocturnos de Buenos Aires, donde se daban cita todos los grandes intelectuales, pensadores, y artistas de la llamada “Década Infame”, y ha sembrado en él un profundo amor por la música, en especial, por el tango rudo, político, y contestatario de Enrique Santos Discépolo en voz de Julio Sosa y Roberto Goyeneche.

Desde pequeño, Julio ha venido escuchando las historias de su abuela sobre los duros años del primer régimen marcial argentino; construyendo las suyas de la mano de las letras de tangos tan diversos como “Cambalache”, “Contramarca” o “Yira Yira”: radiografías fieles de una condición humana miserablemente hundida en la injusticia, el egoísmo y el hambre de poder. “¡Bah, qué mierda!” es la frase que más regularmente usa al darse cuenta que frases inmortales en los tangos que arduamente trataban de denunciar las infamias del sistema milico siguen aplicando hoy en día, cuando no sólo la presidencia se jacta de ser constitucional y democrática, sino un ejemplo de equidad. Así pues, no queda más remedio que rendirse ante la sabiduría inmortal del tango en aquel profético verso que escribió Santos Discépolo:

"Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublé"

Por eso de vez en cuando Julio se lanza a escribir algunos versos musicalizados con un acordeón, el instrumento del dolor, que según su abuela: “Llora por cada desaparecido en cada una de sus notas". Espera convertirse en un gran tanguero sobre todo porque lo que más ansía es ser un visionario, un trovador del destino, un agitador de almas, un aguijón de conciencias.


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