El vino bajará por tu cuerpo y hará un abrevadero en tu ombligo, no como la alberca del microbito, porque no pretenderemos ser biólogos, ni científicos, mucho menos me meteré a nadar.
Beberé frenéticamente el sabor añejado en barrica con especias. No distinguiré si son clavos, o tomillo; tampoco si el contendor era de roble o encino. Pero guardaré en mi memoria el sabor de tu piel; su aroma a manzana y canela, ese que le daré con destrezas escogidas.
De mi boca saldrá una brisa suave y refrescante que reaccionará sobre tu cuerpo y aumentará su temperatura.
Degustaremos besos de sabor robusto y pronunciado al final; para los paladares poco educados, nuestras lenguas no revolcarán otra cosa, sino jugo de uvas amargo.
Hasta hartarnos de romance, o
Vomitar el vino tinto, o
Desvariar de tufos dulces.
Y volvamos a empezar…
El general y el soldado.
El doctor y su paciente
El capitán y el alférez
El amo y el esclavo
O cualquier cosa que se te ocurra, para meterme mano.
1 comentario:
o el clavo y el martillo jajajaja.
Me gustó! aunque sospecho que del ombligo lo que salen son pelusas.
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