¿Sabes una cosa? -pregunté- Era un momento de intimidad, el mejor que hemos tenido, y con la ropa en su lugar.
Dime -contéstate-
Tú eres mi SOKT! –respondí-
Gracias :D – dijiste tu- fue una respuesta sencilla, una cara sonriente y artificial, le daba personalidad, no la suficiente para esconder tu desconcierto. Es extraño, cuando nos encontramos en una disyuntiva discursiva lo que siempre se nos ocurre es dar las gracias.
Sé que no es la más elocuente de las declaraciones de amor, probablemente ni siquiera tenga sustancia para catalogar como una. Pero es lo mejor que puedo darte, sin recurrir a la cursilería barata.
¿Te digo un secreto?
En ese momento no creí que fuese cursi, ni ridículo, ni tan estúpido, como ahora lo creo. “Tú eres mi SOKT!” Nunca creí haber dicho nada más musical, ni sincero.
¡Y tú? Me dices gracias, como que si eso fuera suficiente ¿Acaso crees que voy diciéndole a todo el mundo, tú eres mi SOKT?
Ignoras por completo que la única vez que dije algo parecido, me sentía como ahora. Con una extraña sensación en el pecho y un ligero temblor en las manos que me hacen sonreír sin preocuparme por mis líneas de expresión.
Ignoras el significado de los adjetivos posesivos, quizá deberías revisar un diccionario: “Antepuesto a ciertos sustantivos, expresión cariñosa”. Sólo por aclarar, sokt, es un sustantivo. Podrías mirarlo en el diccionario también, pero la definición no será acertada, porque significa: me he acostumbrado a ti, y me gusta. Me siento cómodo contigo, y me gusta. Te decido mío por todo lo anterior. Con la lista de defectos que te hice y que termine por ignorar.
Tú me dices gracias, yo debería responder: por nada, pero eso no es suficiente.